Vocacion

Viernes Santo: vocación al amor real.

Viernes santo. El grito mudo del crucifijo es vocación a amar sin límites. Vocación a la entrega pura, dando sin esperar nada. Vocación a una adhesión sin fronteras a la Voluntad del Padre. Vocación a la fidelidad y a dar toda tu sangre, hasta la última gota por la salvación de las almas.

Viernes Santo es lo opuesto al amor de «quisieras» y buenas intenciones. Es amor real. Hecho carne y hueso. Hoy, es el día del calendario donde emerge el amor en estado puro. Ningún insulto logra sofocar la misericordia, la que brota de un corazón que sólo ha sabido amar. Golpes, traiciones y sufrimientos no saben retorcer su mirada hacia sí mismo: «perdónales» «hoy estarás conmigo en el Paraíso» «Ahí tienes a tu Madre»

No adoramos el sufrimiento, sino el corazón que se sumerge en él sin apagarse nunca, a pesar del dolor más horrible. Amor siempre fiel. Vemos la cruz, pero no miramos el leño, ni los clavos, ni la sangre. Miramos el pecho de Cristo, el asombroso manatial de amor… a nuestro alcance. Nada lo pudo sofocar, desde Belén al Calvario, ni persecuciones, abandonos, trampas y dobleces… al clavar su cuerpo en el leño, lo dejamos clavado para siempre en nuestras vidas. Ahí queda. El recuerdo palpable de que mi corazón puede amar así. Es su plan. Y de ese corazón comienzan a brotan los sacramentos. Los canales gratuitos inventados por él para darme su misma capacidad de amar. Miramos la cruz: amor real. Y al mismo tiempo la guía definitiva y el impulso para empezar a amar «modo divino«.

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